En estos días que corren la palabra innovación aparece en todos los foros, saraos, eventos, discursos, reuniones, etc. Políticos, empresarios, profesionales llevan la palabra innovación por bandera. Hoy analizaremos el caso de las empresas que quieren innovar y que no lo hacen. Intentaré dar una explicación al contraste que existe entre el discurso de una empresa que quiere innovar y la pura realidad. Y es que yo creo que hay demasiado miedo a la innovación.
Frecuentemente me encuentro en reuniones con distintas empresas que no paran de decir que quieren estar en la vanguardia, que quieren innovar y que quieren destacar por ello. Después me toca a mí el turno de palabra y les explico las diferentes posibilidades que tienen para innovar, modernizar sus sistemas o cambiar de filosofía de trabajo. Y es que la innovación supone eso, un cambio. Puede ser un cambio de tecnología, un cambio de la forma de trabajar, un cambio en la forma de comunicarse o cualquier tipo de cambio que pueda resultar beneficioso para la empresa. Pero es precisamente este cambio que lleva implícita la innovación lo que hace a las empresas tener miedo. Un miedo justificado, por otra parte. Todos hemos escuchado alguna vez eso de: «Esto se lleva haciendo así muchos años y mira qué bien nos ha ido«. A mí se me ocurre: «Efectivamente os ha ido bien pero ¿y si lo hubiérais hecho diferente os podía haber ido mejor?«. De esto se trata.
Al finalizar la reunión, la empresa ya no grita tanto ¡Innovación, innovación! y asumo parte de culpa puesto que parece que no he vendido bien la idea… o eso o es que la empresa realmente no quería cambiar. Se había contaminado con la palabra ‘innovación’ pero en el fondo sólo está buscando excusas para no cambiar. Excusas graciosas que me he encontrado hay de todos los colores:
«Es que se nos viene la empresa encima»
«Es que no tenemos dinero»
«Es que me han dicho que esto no funciona»
«Es que he leído en internet…»
«Es que si cambiamos el Triple R-Wind se nos va a caer el CPD con el TomTom…» 🙂
En fin, que al final encuentran una excusa para no cambiar y seguir haciendo las cosas como siempre, aunque, por supuesto, seguirán gritando a los cuatro vientos que son una empresa innovadora. Ciertamente, la innovación tiene un punto de riesgo pero bien llevada, con profesionales adecuados y sabiendo lo que se hacer ese riesgo se reduce a cotas pequeñas.
No tengo la menor duda que la innovación y más en los tiempos que corremos es fundamental para que una empresa siga evolucionando y siga ganando dinero que es al fin y al cabo lo que buscan todas. En definitiva, el que no arriesga no gana. ¿Cómo lo ves tú?